miércoles, 5 de marzo de 2008

Hermandad y Trono de la Santísima Virgen del Primer Dolor

Penitentes: 50
Color: túnica y capuz rojo, capa y fajín blanco hueso, y escapulario
Trono: 32 anderos
Imagen: Francisco Salzillo (segunda mitad del siglo XVIII)
Tronista: Manuel Lorente (1960)
Peso del trono: 925 Kg






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Una Dolorosa de Salzillo: La Virgen del Primer Dolor
Por Antonio Labaña Serrano

Era y aún hoy sigue siendo frecuente que en Murcia se atribuya y paternalice a Francisco Salzillo como autor de cualquier imagen que denote cierta antigüedad y posea rasgos más o menos barrocos. Tales atribuciones y paternidades, efectuadas sin rigor científico alguno, han servido en algunos casos para desvirtuar la obra auténtica del insigne imaginero,- en otros para enmascarar, en razón a esa misma atribución, lo que en ralidad es una obra diréctamente tallada por las manos del Maestro. Ambos casos tienen su razón de ser en lo estima que los murcianos profesamos por la obra del imaginero y, como consecuencia, casi todo lo que consideramos "antiguo" nos parece ser suyo, bien porque lo obra en cuestión esté avalada por algún relato o tradición familiar que así lo atestigüe, bien por la existencia de algún documento o anotación en el cual se indica su procedencia. Pero tanto en uno como en otros casos no existe rigor científico sobre el que puedan apoyarse tales afirmaciones de no ir equiparadas de un minucioso estudio estilístico de la obra. Hay que tener en cuenta que sólo de éste análisis puede desprenderse su outorío, puesto que Salzillo y sólo él mantiene claras y evidentes peculiaridades que ninguno de sus discípulos supieron conseguir y cuya identificación son cierta y fácilmente comprobables. Del primero de los casos únicamente se desprende una insinuación intencionada de justificar la paternidad de la obro, y del segundo, porque el documento o la anotación en cuestión sólo son válidos para afirmar el encargo de la misma al artista, pero no demuestra que su ejecución corresponda al imaginero o sea de los maestros de taller, aunque eso sí, siempre acorde con modelos y prototipos creados por el Maestro.

Con estas formas de catalogación han llegado hasta nuestros días obras que por sí mismas no son capaces de soportar un juicio artístico y ser consideradas como obras de nuestro imaginero, aun existiendo en algunos casos un documento que justifique el encargo; y otras, que por carecer precisamente de éste, se las considera como de su escuela o taller.
Dentro de esta última versión es como hasta ahora nos ha llegado la imagen de Nuestra Señora de los Dolores y Santos Pasos como la define D. Javier Fuentes y Pontel, o la Virgen del Primer Dolor como en la actualidad se le conoce de la parroquia de San Miguel de Murcia. Imagen que ha pasado desapercibida como obra tallada por el Maestro y no de su escuela, quizá porque en Murcia el prototipo de Dolorosa únicamente se concibe en relación con la homónima existente en la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de esta ciudad, con la que Salzillo alcanza y logra unir el dolor y la belleza en una extraordinaria simbiosis en la que pone de manifiesto el alarde creativo e inspirado de su ingenio. Pero también hay que tener en cuenta que Salzillo crea otro tipo de Dolorosa (al que corresponde la imagen que nos ocupa) cuyo modelo es repetido en número considerable sobre todo para la provincia de Albacete. Esta tipografia a que nos estamos refiriendo corresponde a la de una imagen que en actitud igualmente suplicante con los brazos abiertos dirige su mirada hacia el cielo pero sin inclinar la cabeza a uno u otro lados perpendicularmente al eje de su cuerpo y que a mi entender, y por haberla visto indistintamente vestida de Dolorosa o Soledad, sirven para representar a una u otra advocación según las conmemoraciones litúrgicas de Semana Santa o la particular devoción de los fieles por una u otra representación.

Pero como ya he indicado anteriormente, es fácil reconocer lo que ha sido tallado por el Maestro y lo que corresponde a su taller sin necesidad alguna de recurrir a documentos que lo corroboren. La identidad que la huella de su gubia dejo en la obra es tan inconfundible como ciertas son las peculiaridades y formas en su manera de talllar. No hay que olvidar que Saltillo era un artista exquisito y detallista al máximo en la perfecta realización de sus obras, pero sobre todo es extremadamente perfeccionista y sumamente fiel a la realidad a la hora de reflejarnos en sus obras los detalles anatómicos de las distintas partes del cuerpo representadas. Por ejemplo, un rasgo muy común y característico en su obra y verdaderamente inconfundible, no igualado por sus discípulos es la forma de tallar las orejas: es capaz de calar las ternillas y oquedades con tal maestría y naturalidad que más parecen poseer el calor y la blandura de la carne que la dureza de la madera. No pasa por alto detalle alguno, por ínfimo que sea y ocupe o no un primer plano a la hora de la contemplación de la obra, que no esté minuciosamente realizado.

Las tallas salidas de sus manos no sólo son perfectas en su ejecución, sino que son todo un sumum de perfección e identifica ción con la realidad presentada. En sus obras no hay lugar para las divagaciones en el diestro manejo de las gubias ni distorsiones cuando ésta muerde y a su vez ama la madera. Su huella además de acertada es también coherente con el mensaje que nos quiere transmitir.

La imagen que nos ocupa reune todos estos caracteres y requisitos que autentifican la veracidad de su paternidad al Maestro sin lugar a dudas. Existen en ella sobrados vestigios que permiten, después de verificar su examen estilístico, afirmar que no se trata de una de taller, como hasta ahora se venía diciendo, porque en ella se encuentran patentes y latentes todas las características del Maestro, desde la talla hasta la policromía y quien esto afirma lo atestigua con conocimiento de causa, máxime después de haber procedido recientemente a su restauracion y como consecuencia haber procedido a verificar un exhaustivo examen de la misma, después del cual no queda lugar para la ambigüedad respecto a su atribución. Ya va siendo hora de que se vayan reconociendo las verdaderas obras del Maestro y, por el contrario y en razón a servirles demagogias se descubran y admitan las falsas atribuciones que por desgracia abundan, entre otras, en algunas Cofradías Pasionarias de nuestra ciudad".